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sábado, 8 de octubre de 2011

GASTROENTERITIS

La gastroenteritis es una enfermedad que afecta al estómago y al intestino delgado y grueso y que en su mayor parte se debe a infecciones. En países no desarrollados, estos trastornos son la primera causa de enfermedad en niños y adultos y nada menos que el principal motivo de muerte infantil. Esto se debe, entre otras cosas a la falta de higiene y de recursos sanitarios. En países como el nuestro, a pesar de todo, es una patología frecuentísima. Todos los veranos salta a la primera página de los periódicos cada vez que se produce una epidemia.


¿Qué la produce?
Aunque hay varios tipos de virus capaces de producir una gastroenteritis (adenovirus, astrovirus...), los responsables más frecuentes, a gran distancia del resto, son los rotavirus y los de tipo Norwalk. Cada uno de ellos tiene unas características especiales.
  1. Rotavirus
    Producen sobre todo enfermedad en los niños menores de tres años. Sin embargo, es frecuente que la contagien a los adultos que conviven con ellos. El caso típico es el del pequeño que viene a casa con diarrea de la guardería y en pocos días ha contagiado a toda la familia. Algunas veces producen cuadros de diarrea del viajero, que aparecen en personas que realizan viajes turísticos al extranjero.
    Los casos son sobre todo frecuentes en el período invernal y son la causa más frecuente de diarrea en los niños. Nada menos que entre el 30 y el 50% de las diarreas infantiles que tienen que hospitalizarse para rehidratación se deben a una gastroenteritis por rota virus.

    Síntomas
    Como casi siempre en medicina, estas infecciones pueden producir desde poco más que cierto malestar pasajero hasta una diarrea leve, moderada o incluso llegar a ser mortales si no se tratan. Comienzan de forma brusca, con fiebre alta que puede pasar de 39ºC, seguida de náuseas, vómitos y diarrea que puede llegar a durar entre 2 y 6 días a veces. En ocasiones puede haber también tos con o sin flemas.


    ¿Se puede prevenir?
    Poco puede hacerse para evitarla, ya que a pesar de las medidas higiénicas de los países avanzados, siguen produciéndose casos. Sí que puede disminuir el riesgo de contagio de adultos a partir de los niños intentando extremar las precauciones de limpieza ya que la transmisión es fecal-oral, por tanto: manos siempre limpias y cambiar pañales con cuidado lavándose cuidadosamente después. Existen ciertos progresos en la investigación de una vacuna pero todavía no está disponible.






    ¿Qué hacer?
    En la mayoría de los casos, sobre todo cuando se trata de adultos, no es necesario recurrir a ningún tratamiento. Tan sólo hacer reposo hasta que ceda la fiebre, procurar beber abundante líquido y esperar a que se cure por sí sola, algo que ocurre generalmente entre uno y tres días. A veces, puede ser necesario tomar algún antitérmico si la fiebre es muy alta y molesta. Los antibióticos no sirven para nada y pueden empeorar la situación.
    En los niños hay que tener más cuidado, estar atentos a signos de deshidratación y conviene consultar al médico si la diarrea es muy importante o si los vómitos no permiten una buena alimentación. En estos casos puede ser necesaria la hospitalización para hidratar al paciente con líquidos por vía intravenosa con sueros.

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